Por Luis Varela
Cuando voces de todos los sectores le dicen que no se le ocurra soportar a Argentina a un default por una deuda tan chica y con una diferencia tan mínima, el Presidente le da la orden al ministro de Economía, Martín Guzmán, para que vuelva a postergar la momento del acuerdo, ya cruzando la partidura del 31 de julio, y presentará hoy mismo en la SEC una nueva proposición mejorada, extendiendo el plazo de admisión de los bonistas hasta el 28 de agosto, con una frase sorprendente: “Para que los acreedores tengan tiempo de analizar el esfuerzo que estamos haciendo”.
La proposición “enmendada” incluye, por cada US$ 100 adeudados, un promedio de US$ 53,5 para los “bonos Macri” y US$ 59,5 para los “bonos Lavagna”. Así, se ubica más cerca de las pretensiones de los acreedores (habían comenzado en US$ 37), que aún no respondieron a la nueva proposición. La secreto será la respuesta de los más duros: AdHoc y EB, que tienen capacidad de frustrar el acuerdo.
El tic tac está atrevido. Así como YPF se vio bloqueada para exportar gas desde Bahía Blanca por no realizar un suscripción, en cualquier momento empezarán los planteos judiciales que ahondaron la crisis económica argentina en 2001 y 2002, posteriormente de que “el Adolfo” Rodríguez Saá le ordenara a su secretario de Hacienda, Rodolfo Frigeri, que la deuda se dejara de avalar, con una osadía que generó costos altísimos para el país que aún hoy se están pagando.
Es posible que desde hoy hasta agosto algún solicitante se sume a lo que se va estirando Argentina, pero esta pulseada ya tiene que ser tomada por profesionales que sepan valorar costos y beneficios. Por ahorrarse US$ 1.000 millones en suscripción de deuda, se destruye la inversión, cierran empresas y desparecen empleos.
Y si perfectamente no sabemos en qué momento los acreedores empezarán a gatillar los juicios, el flujo de comercio de la Argentina se verá muy complicado, como ya pasó con YPF. “Si, como no, te vendo lo que quieras, pero primero mandame los dólares, sino el envío no lo hago”, respuestas como esas se escuchan diario entre los proveedores de insumos. De ahí que el nivel de importaciones de la Argentina flagrante es la más muerto desde 2009, cuando el mundo comprendió que en el país había una presidenta como Cristina Kirchner, que decía, de guisa autónomo, las cosas son así, o no son. Y la respuesta fue clara: no fueron.
Por eso, a partir de ahora veremos por supuesto primero cuál es el nivel de admisión que se logra con la nueva propuesta. Empezaremos a ver cuándo se inician los juicios. Pero lo cierto es que el mercado ya le bajó el pulgar. Por ahora, a costa de una pacman financiero peligrosísimo, el valía del dólar está aplacado. Pero la cotización de los títulos argentinos se dio envés. Los títulos públicos argentinos habían subido 43% entre mediados de marzo y mediados de junio, pero en las últimas dos semanas los bonos perdieron 3%, con muchos inversores de salida, porque ven que el país no va a poder evitar el default concreto, y eso va a retornar a afectar el valía contado de los papeles
Y lo peor del caso es que lo que más sufrió fueron los papeles argentinos, el valía de las empresas. Entre el pozo de marzo y este momento, el principal índice cotizable mundial (el S&P de la Bolsa de Nueva York) acumula una suba del 40% (hizo cumbre en la tolerancia de junio y desde ahí achicó 3%). Mientras que el índice S&P Merval de la Bolsa de Buenos Aires sube sólo 25% en dólares desde el pozo de abril, pero con el futuro dibujo: desde el pozo de abril y la tolerancia de junio subió 44%, pero a lo derrochador de los últimos treinta días acumula una caída del 13%. ¿Cuál es la razón? Simple: al ir el Estado Argentino al default, no habrá crédito para las empresas que tienen que avalar en el próximo año y medio Obligaciones Negociables por unos US$ 18.000 millones.
En partidura con eso, el viernes pasado, YPF dejó a todos los tenedores de esos papeles con la boca abierta. Declaró que no está en condiciones de avalar una ON en dólares que tiene que avalar en 2021. ¿Cuál fue el resultado? La cotización de la petrolera en Nueva York había subido de US$ 235 a US$ 753 mientras se confiaba en la salida del default argentino. Desde ese pico, YPF cae en dólares en Nueva York 16,7%, hasta US$ 627.
Veremos cómo sigue la película. La proposición de Guzmán es móvil, y la admisión de los bonistas asimismo. YPF, por los US$ 1.000 millones que tiene que avalar en un año, propone desembolsar por cada US$ 1.000, 100 cash y 950 cuatro primaveras más tarde, con una tasa anual del 8%. Si Fernández ofreciera una propuesta como esa, seguramente el 100% de los bonistas entraría. Y si lograra poner las cuentas en orden, posiblemente en un par de primaveras la Argentina estaría pagando 3% anual, como hace la mayoría de los países de América Latina, que por cierto asimismo están sufriendo el Covid-19.
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