Por Luis Varela
Después del dilatado feriado que tuvimos los argentinos, los precios de todo, acciones, bonos, monedas, commodities, criptos, etcétera se movieron ayer de maduro a beocio, con un inicio dichoso y un suspensión que mostraba a los más veloces saliendo a gran velocidad.
Este tipo de movimientos, muy intuitivos, se mueven como si el inversor fuera el chofer de un automóvil, en el que ve por delante la vacuna y los remedios para rematar con el detestable virus, pero en los espejos retrovisores, acercándose como si fuera un camión con doble acoplado, están llegando los balances, con los números de la patrimonio auténtico, que mostrarán ciertamente cómo están las cosas.
Si el conductor mira para delante, se imagina la aparición de principios para terminar con el Covid-19, la rápida salida de la población, la recuperación veloz de la actividad, con sectores como la construcción y el comercio que resucitarán de la perplejidad a la mañana.
Pero si el mismo conductor mira por los espejos, ve que empiezan a montar los estados contables del segundo trimestre de este año, con el coronavirus castigando válido la actividad de todo el planeta, y con muchas empresas que fueron beneficiadas por el aislamiento y otras que fueron absolutamente destruidas.
Estos beneficios y perjuicios de la pandemia generaron una distorsión de proporciones en el mundo reflexivo. Hasta el viernes pasado las empresas tecnológicas del Nasdaq de Nueva York acumulaban subas del 20% y las industriales de Dow Jones de ese mismo mercado se caían 10%. Tanta diferencia no podía existir, poco era burbuja y poco era depresión.
Y ayer llegó el primer recuento de la empresa centenaria que siempre es la primera en mostrar sus números. Pepsi, una empresa que fue beneficiada por el virus, ya que la muchedumbre en casa siguió consumiendo alimentos y bebidas, anunció que su fruto neta cayó casi 20%. “Si a Pepsi, que pertenece a un sector beneficiado le fue así, imaginate el resto”, repitieron los operadores.
Pero el movimiento que terminó de cambiar de dirección ayer los negocios fue una osadía del hábil patrón chino de 56 primaveras Jack Ma, fundador y presidente del mega consorcio uruguayo de internet Alibaba, que decidió bajarse: inició la traspaso de acciones de su propia empresa por unos US$ 8.500 millones.
El viernes el Nadaq había terminado en 10.617 puntos y abrió con la vacuna que terminará con el virus y en una gran entusiasmo llegó a 10.820 puntos poco antiguamente del mediodía. Pero llegó Pepsi y posteriormente se supo lo de Alíbaba y sucedió lo obvio: hubo gran corrida en dirección a el suspensión y el Nasdaq finalizó el día con un derrumbe del 2,13%.
De repente, como si se hubieran enterado de codazo, los inversores recapacitaron y se dieron cuenta de que una empresa nueva como Zoom vale 90 veces sus ventas y que Microsoft vale 11 veces sus ventas. Y que Tesla subió hasta el infinito, vale lo que Ford, Chevrolet y Volkswagen juntas, y vende el 2% de lo que despachan las gigantes automotrices tradicionales.
Y lo más riesgoso del caso es que a partir de hoy empiezan a montar los balances de empresas que no fueron beneficiadas por el virus. Y puede montar un recuento de un costado con números ciertamente preocupantes. Y, anticipándose a eso, desde la reserva Federal anunciaron, no usaremos una manguera para regar con dólares, usaremos un bazuca si es necesario. O sea, no habrá dólares a tasa 0% por dos primaveras, sino que andarán volando por ahí, al singladura.
Por supuesto, todo este distracción está unido al daño del Covid, pero todavía a merienda primaveras consecutivos de aumentos de precios sin detener. La Bolsa de Nueva York estaba en las nubes, y necesitaba una excusa para achicarse. Y el sube y herido, como el distracción del “yo yo” continuará, de la mano de las vacunas, y del “seguimos vivos” que llegará en algún momento.
Ahora correctamente, toda esa situación que se vive en los mercados del mundo, es correctamente diferente en Argentina. Nuestro marco ya tiene un mercado quebrado, en el fondo de un pozo, y al que nadie quiere financiar. El ministro Guzmán hizo una nueva ofrecimiento hace una semana y los bonistas acreedores ley NY no dieron ninguna respuesta. Y los días se acortan, ya que si el 30 de julio no se pagan los bonos Par y Discount del canje de 2005 se reabrirán causas judiciales que por ahora están correctamente cerradas.
Por el mutismo de los acreedores, no extrañó que ayer los bonos estuvieran mixtos y que el aventura país volviera a subir escasamente hasta 2.321 puntos. Y lo que no anduvo tan mal fue la Bolsa porteña, porque está en una posición completamente diferente a lo que pasa en Nueva York: allá los papeles están muy caros, y en Argentina regalados.
Mucha de esa diferencia hay en muchos países. Y los inversores se acercan o se alejan de sus posiciones nacionales. Por eso ayer el dólar estuvo compuesto en el mundo. En el foráneo, el dólar subió 1,5% en Brasil, 1,1% en México, 0,5% contra la libra y 0,3% contra el yen, pero no cambió contra el franco suizo y el yuan y bajó 0,3% contra el chileno y el euro.
Pero en Argentina la huida del peso permanece. Este miércoles será un día complicado, con el Indec dando la inflación de junio y con el árbitro de Vicentín intentando avanzar con los acreedores, con Santa Fe y Alberto mirando el tema con sumo interés.
Acá la sucesión de cepos sigue. Desde media perplejidad ya no se podrá comprar dólares con criptomonedas. Pero se abrirán otros canales, porque la muchedumbre no quiere pesos. Tanto es así que ayer subieron los 6 dólares de Alberto. El dólar turista subió 37 centavos hasta $97,49, el dólar oficial subió 28 centavos hasta $74,99. El dólar blue no cambió: sigue en $127 y el dólar mayorista subió 30 centavos hasta $71,24. El Banco Central ganó US$ 30 millones en las reservas que ahora llegan hasta US$ 43.277 millones. El dólar MEP saltó 75 centavos hasta $109,73. El contado con abaratamiento saltó $2,61 hasta $111,73. Y la brecha fue del 69% entre el dólar oficial y el dólar blue y el del 57% entre el CCL y el mayorista. Pero atención, medidas en pesos, la libra saltó $1,02 hasta 89,39, el euro brinco 45 centavos hasta 80,77 y el auténtico bajó 9 centavos hasta 13,17.
Guzmán fogosidad a canjear deuda en dólares particular antiguamente del viernes, y los bonos ayer estuvieron con menos negocios, con precios planos, esperando la movida de Black Rock y el avance o fracaso del canje. Y mientras Wall Street tuvo al Dow pacífico, con el S&P y el Nasdaq en claro descenso, Brasil y México cedieron. Pero el Merval logró subir 1%. Si el canje se hace, las endeudadas con ON en dólares seguirán vivas.
Y con el dólar, el yen y el euro devaluándose en piedra, las commodities siguen machando, mirando el virus y la vacuna. Ayer al petróleo le tocó desmontar, los metales preciosos siguieron muy firmes y entre los granos, el trigo voló, los metales básicos siguen recuperando y las criptomonedas se ensombrecen: ven venir el hércules chino, que las puede dejar sin coronita.
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Tesla se acerca a los US$ 300.000 M
La actividad de Tesla está volando. Ayer llegó a tocar U$S 1,794 por papel a media rueda. Contexto: arrancó 2020 debajo de US$ 500 y hoy es la terminal automotriz más valiosa del mundo, por acullá. Sin retención, el papel terminó bajando poco más de 3% ayer y se metió debajo de US$ 1.500. Según CNBC, podría indicar un techo de corto plazo para la empresa de vehículos eléctricos. Sin retención, su CEO, Elon Musk, tiene alimento para su ego (y su saquillo). El papel de su compañía creció 275% en 2020 y su “net worth” superó los US$ 70.000 millones: según Bloomberg, eso permitió desplazar a Warren Buffet, cero más y cero menos. Hay más: el “market cap” (que se acerca hoy a los US$ 300.000 millones) del extremo semestre móvil se está acercando a US$ 150.000 millones. “Una vez que se alcanza el umbral, se desbloquearía 1,69 millones de opciones sobre acciones para Musk, que podría vender las mismas y obtener una ganancia de $ 2.400 millones”, dijo Business Insider.
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